El exalcalde de Bogotá lidera la intención de voto entre las acusaciones de populismo de sus adversario
Con un porcentaje de apoyo que en alguna encuesta -por ejemplo, la
última del Centro Nacional de Consultoría- incluso supera el 20%, se
sitúa por encima del exalcalde de Medellín Sergio Fajardo,
el propio Duque, el antiguo número dos de Santos, Germán Vargas Lleras,
o el negociador jefe con las FARC durante el proceso de paz, Humberto
de la Calle. Petro administró la capital entre 2012 y 2015, fue
destituido e inhabilitado por la Procuraduría, entonces dirigida por
Ordóñez, por la gestión de la crisis de la basura, aunque finalmente la
justicia revocó esa resolución. Su popularidad, que cuando dejó la
alcaldía estaba en horas bajas, fue remontando durante la larguísima
precampaña presidencial.
Detrás de este fenómeno están el hartazgo de amplios sectores de la sociedad con las clases políticas tradicionales, los casos de corrupción, la desigualdad y las reglas de juego del sistema económico. A pesar de la división de la izquierda, el candidato de Colombia Humana, orador muy hábil, ha sabido canalizar, al menos por el momento, un descontento que va más allá de las discrepancias en torno a los acuerdos con la guerrilla, uno de los factores que ha dominado la política colombiana en los últimos años.
Su campaña, vertebrada también por un eficaz manejo de las redes sociales, despierta pasiones de amor y odio y se inserta en un contexto de polarización con las candidaturas conservadoras, mientras que Fajardo trata de mantenerse al margen del discurso ideológico. Sus adversarios le atribuyen forma y fondo populistas y recuerdan el fantasma de Venezuela y su clara deriva antidemocrática. Nacido en el Caribe colombiano en 1960, Petro, que en su juventud fue militante de la guerrilla del M-19, desmovilizada en 1990, no ocultó sus simpatías por el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, pero asegura que no emprenderá el camino del actual mandatario de ese país, Nicolás Maduro. De hecho, recurre a esas acusaciones a diario para devolver los ataques a los demás aspirantes.
Estas circunstancias, según un análisis extendido, podrían cerrar el paso a su carrera presidencial. Porque si este candidato confirmara las previsiones de las encuestas y pasara a una segunda vuelta, tendría, con toda probabilidad, a la mayoría de los líderes y votantes de las demás coaliciones en contra.
Detrás de este fenómeno están el hartazgo de amplios sectores de la sociedad con las clases políticas tradicionales, los casos de corrupción, la desigualdad y las reglas de juego del sistema económico. A pesar de la división de la izquierda, el candidato de Colombia Humana, orador muy hábil, ha sabido canalizar, al menos por el momento, un descontento que va más allá de las discrepancias en torno a los acuerdos con la guerrilla, uno de los factores que ha dominado la política colombiana en los últimos años.
Una constituyente
Al igual que hizo Andrés Manuel López Obrador en México, Petro manifestó su intención de impulsar una nueva Constitución. “Propongo que una constituyente territorializada y pluralista haga las reformas que no hizo la Constitución del 91: la del territorio, la reforma a la salud, la educación, la justicia, la política y el tránsito hacia una economía productiva”, anunció en Twitter.Su campaña, vertebrada también por un eficaz manejo de las redes sociales, despierta pasiones de amor y odio y se inserta en un contexto de polarización con las candidaturas conservadoras, mientras que Fajardo trata de mantenerse al margen del discurso ideológico. Sus adversarios le atribuyen forma y fondo populistas y recuerdan el fantasma de Venezuela y su clara deriva antidemocrática. Nacido en el Caribe colombiano en 1960, Petro, que en su juventud fue militante de la guerrilla del M-19, desmovilizada en 1990, no ocultó sus simpatías por el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, pero asegura que no emprenderá el camino del actual mandatario de ese país, Nicolás Maduro. De hecho, recurre a esas acusaciones a diario para devolver los ataques a los demás aspirantes.
Estas circunstancias, según un análisis extendido, podrían cerrar el paso a su carrera presidencial. Porque si este candidato confirmara las previsiones de las encuestas y pasara a una segunda vuelta, tendría, con toda probabilidad, a la mayoría de los líderes y votantes de las demás coaliciones en contra.
Contra los medios y las voces críticas
Gustavo Petro utiliza las redes sociales como herramienta central de
su batalla política. Hace dos semanas atacó con virulencia al escritor
Héctor Abad Faciolince tras unas críticas que este le había dirigido por
sus simpatías chavistas. El candidato ordenó el pasado fin de semana a
sus bases endurecer el tono frente “al ataque mediático contra la red de
simpatizantes de Colombia Humana” y “la oleada de propaganda sucia, esa
sí paga, que están desplegando en redes con empresas de desprestigio”.
“Hay que intensificar la defensa en redes”, escribió en Twitter.
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